Inanna, también conocida como Ishtar en la mitología acadia, es una de las figuras más importantes y multifacéticas del panteón sumerio. Su culto se originó en la antigua Mesopotamia, en lo que hoy es el sur de Irak, y se extendió a lo largo de milenios, influenciando a diversas culturas de la región. Como diosa del amor, la fertilidad, la guerra y la justicia, Inanna personificaba las fuerzas vitales y destructivas de la naturaleza y la humanidad.
Orígenes y Desarrollo del Culto a Inanna
El culto a Inanna se remonta al período Uruk (c. 4000-3100 a.C.), uno de los primeros períodos de urbanización en la historia humana. En la ciudad de Uruk, se erigió uno de los templos más importantes dedicados a ella, conocido como el Eanna («Casa del Cielo»). Los sumerios la consideraban hija de An, el dios del cielo, y hermana de Utu (Shamash en acadio), el dios del sol, y de Ereshkigal, la diosa del inframundo.
Inanna en la Literatura Sumeria
Los mitos y las epopeyas sumerias presentan a Inanna como una deidad compleja y poderosa. Dos de las narraciones más significativas son «El Descenso de Inanna al Inframundo» y «Inanna y Enki».
- El Descenso de Inanna al Inframundo
- En esta epopeya, Inanna desciende al inframundo para visitar a su hermana Ereshkigal. Para pasar por las siete puertas del inframundo, debe despojarse de sus adornos y prendas, símbolo de su poder y estatus. Al llegar ante Ereshkigal, es condenada a morir y su cuerpo queda colgado en un gancho. Sin embargo, su fiel sirviente Ninshubur busca ayuda entre los dioses. Enki, el dios de la sabiduría, crea seres mágicos que resucitan a Inanna con el «alimento y el agua de la vida». Este mito simboliza la muerte y el renacimiento, y refleja el ciclo natural de la vida, la muerte y la renovación.
- Inanna y Enki
- En este mito, Inanna visita a Enki, el dios de la sabiduría, y lo emborracha para que le entregue los «me», los decretos divinos que representan todos los aspectos de la civilización. Inanna lleva los «me» a Uruk, trayendo con ella la cultura y la prosperidad. Este relato subraya su astucia y determinación, y destaca su papel en la promoción del bienestar humano y la civilización.
Inanna y la Identidad Femenina
Inanna es una de las deidades más complejas en cuanto a género y sexualidad. Se la asocia tanto con el amor y la fertilidad como con la guerra y la destrucción. Este dualismo refleja la realidad multifacética de la experiencia femenina en la antigua Mesopotamia, donde las mujeres podían ser tanto protectoras y creadoras de vida como participantes activas en conflictos.
Además, algunos textos sugieren que Inanna patrocinaba a los individuos que desafiaban las normas de género, incluyendo a los sacerdotes gala, quienes adoptaban roles y comportamientos de género no convencionales. Esto subraya su papel como una deidad que trasciende y desafía las fronteras tradicionales del género y la sexualidad.
Culto y Adoración
El culto a Inanna se caracterizaba por rituales elaborados y festivales que celebraban sus diversos aspectos. Los sacerdotes y sacerdotisas de su templo participaban en ceremonias que incluían la música, la danza y la recitación de himnos. Uno de los festivales más importantes era el Akitu, que celebraba el Año Nuevo y la renovación de la vida, durante el cual se realizaban rituales que simbolizaban su matrimonio sagrado con Dumuzi, el dios pastor y de la fertilidad.
Influencia y Legado
La figura de Inanna tuvo un impacto duradero en la mitología y la religión de Mesopotamia. Su identidad como Ishtar en la mitología acadia conservó muchos de sus atributos originales, y su culto continuó evolucionando bajo los imperios babilónico y asirio. La influencia de Inanna/Ishtar también se extendió a otras culturas del antiguo Cercano Oriente, como la cananea y la hitita, donde se la identificó con deidades similares.